La generación
del 98 está caracterizada por la renovación que supuso en la literatura,
provocada por la crisis que llegó tras el desastre de Cuba. Sus escritores
publicaban en periódicos creaciones íntimas y con un marcado carácter
literario, que contrastaba con el tono hasta entonces empleado en la prensa,
mucho más serio.
Tras
ella, la generación siguiente se conoce como la de 1914, o Novecentista. Ésta tiene
una relación mucho más marcada con el periodismo. Destacó sobre el resto de
géneros el ensayo, en el que los escritores expresaban sus ideas sobre temas
relevantes, y los más conocidos publicaban sus obras en los periódicos.
José Ortega y
Gasset es uno de mayores ensayistas de su generación, y publicó gran parte de
su obra en los periódicos, estando ligado al periodismo desde sus inicios (su
padre, el escritor José Ortega Munilla, era el director de El Imparcial). Tras estudiar filosofía en Madrid y obtener la
cátedra de metafísica fundó, en 1916, la revista El Espectador, con un marcado carácter personal, que desapareció en
1931. Un año después de la creación de El
Espectador colaboró, junto otros ensayistas del momento entre los que
destaca Ramón Pérez de Ayala, en el periódico intelectual El Sol, fundado por Nicolás María de Urgoiti.
En
el año 1923 fundó La Revista de Occidente,
considerada la revista cultural más importante de la historia de España, que
desapareció con la Guerra Civil, en 1936. Se publicaron en ella trabajos tanto
de los grandes nombres de la literatura europea del momento, revolucionarios e
innovadores (como el modernista James Joyce), como de jóvenes escritores
españoles que posteriormente formarían la generación de 1927 y que tenían a
Ortega como maestro (Rafael Alberti, Luis Cernuda o Federico García Lorca). La
revista daría lugar posteriormente a una editorial con su mismo nombre, en la
que se publicaron muchas de las obras de estos autores españoles, como Romancero Gitano. En el año 1925 Ortega
publicó dos ensayos titulados La
deshumanización del arte e Ideas
sobre la novela, que constituyen una muestra perfecta de los cambios y la
innovación en la literatura y el arte de la época, con el arte de vanguardia y
la crisis de la novela de argumento.
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