martes, 29 de abril de 2014

Gabriel García Márquez, periodista.



         Hace tan sólo unos días fallecía Gabriel García Márquez, uno de los grandes escritores del siglo XX, famoso y destacado tanto entre la crítica como para el gran público. Su gran éxito en el campo de la literatura, con obras clásicas como Cien años de Soledad o El amor en los tiempos del cólera que le catapultaron hacia el Premio Nobel en 1982, hace que muchas veces nos olvidemos de la faceta de periodista del colombiano, un enamorado del reportaje.
    
      No obstante, su estrecha relación con el periodismo está presente en su obra literaria, con creaciones como Noticia de un secuestro, Relato de Un Náufrago y, sobre todo Crónica de una muerte anunciada,  que incluyen elementos autobiográficos investigados por el propio García Márquez, quien llevaba a cabo un trabajo periodístico recopilando estos hechos que luego aparecían mezclados con otros fantásticos en el realismo mágico que caracteriza a este escritor.

     En sus composiciones encontramos un rasgo que evidencia su vocación periodística: la veracidad y el realismo eran siempre tan importantes como la estética y la apariencia, aunque luego deformase lo real con pinceladas de ficción y fantasía. Un solo dato falso arruinaría toda la credibilidad de una obra, aunque García Márquez no se limitaba la búsqueda de la precisión en los contenidos, sino también en la forma, cuidando cada palabra de sus libros y buscando un equilibrio perfecto, como si de una sinfonía se tratase.

     En sus últimos años, García Márquez se centró en transmitir a los jóvenes su pasión y vocación por el reportaje. Lo más importante para él era buscar una historia que apasionara a quién la firmaba, pues era el único modo de que enganchase al lector transmitiéndole todo su interés. Este sentimiento y emoción eran lo que para García Márquez distinguía a la noticia del reportaje, un género periodístico mucho más personal y, por tanto, cercano a la literatura en la que tanto destacó.

“César o nada”, de Francisco Umbral



                  En su libro Las palabras de la tribu (1994), Francisco Umbral opina sobre  uno de sus mayores mentores, César González Ruano, como parte del análisis de los escritores españoles del siglo XX que supone esta obra. 

     Umbral escribe desde lo general hacia lo particular: comienza hablando sobre la aparición del individualismo en el pensamiento humano para acabar destacando a González Ruano como su máximo representante. No se trata de un análisis literario ortodoxo y académico, pues Umbral mezcla rasgos puramente teóricos de la obra de González Ruano con anécdotas personales que vivió junto a él (como las fiestas que no tenía dinero para pagar). 
Estas historias reflejan la época que vivieron, marcada por la dictadura, con información sobre la situación en el plano político (la ideología falangista imperante) pero también con un enfoque costumbrista (explicando cómo los autores se reunían para conversar y compartir opiniones en bares y cafés). Esta mezcla de teoría literaria y humor ácido es característica del estilo original y peculiar de Francisco Umbral, que no deja a nadie indiferente.

Francisco Umbral



Francisco Umbral (1932-2007) se convirtió en un clásico del periodismo español tras cuatro décadas escribiendo artículos diarios para periódicos como El Mundo o El País. Además, fue autor de un gran número de novelas, biografías y críticas literarias. Sus artículos se caracterizaban por  su estilo peculiar, perspicaz y sin pelos en la lengua: un reflejo de su propia personalidad.
   
Nació en Madrid pero se crio en Valladolid, lejos de su madre. Este hecho marcó su obra, con novelas basadas en sus experiencias personales entre las que destacan Los males sagrados (1973) o Las Ninfas (de contenido erótico y galardonada con el Premio Nadal en 1976).

    Comienza a publicar a muy temprana edad en El Norte de Castilla, y se traslada a León, donde colabora en la radio y en el periódico local, El Diario de León. Tras un escándalo (llama ignorantes a los leoneses) se traslada a Madrid, donde entra en contacto con la tertulia literaria del café Gijón. Tras la muerte de Franco comienza a escribir para El País, pero lo abandona en 1988, sintiéndose poco valorado. Colaborará entonces con Diario 16, y posteriormente con El Mundo.
   
    Umbral siguió publicando un artículo diario hasta el mismo año de su muerte, cosechando gran éxito. Publicó también libros recopilatorios, y fueron muy influyentes sus obras de crítica literaria, con títulos como Las palabras de la tribu, Los alucinados: personajes, escritores, monstruos, Una historia diferente de la literatura, y otras novelas autobiográficas en las que introduce elementos de ficción como a noche que llegué al café Gijón (1977) o Mortal y Rosa (1975).

La universidad hoy. Problemas y posibles soluciones.




              Con los cambios en materia de educación que supone la denominada “ley Wert” (la LOMCE impuesta por el gobierno), el estado del sistema educativo es, desde hace tiempo, un tema que genera controversia y debate entre estudiantes, padres y docentes partidarios y detractores de las reformas. Si centramos la discusión en la educación universitaria, vemos que son muchos los problemas que se le atribuyen, muchas veces utilizados simplemente a modo de pretexto para así poder “meter la tijera” y reducir un presupuesto que ya ha “adelgazado” considerablemente. Éste es, desde mi punto de vista, uno de los principales problemas que sufre la educación universitaria española, aunque existen muchos más:

     En primer lugar podría destacarse el archiconocido Plan Bolonia, implantado con la intención de potenciar el trabajo autónomo del alumnado y su participación activa en el aula. Estas medidas, aunque bienintencionadas, resultan ineficaces en la práctica debido al creciente número de alumnos por cada profesor, que se debe a los recortes de presupuesto. Además, en muchos casos, hacen que el contenido de las asignaturas resulte difuso para el estudiante, al no estar debidamente concretado en clase. Debería, por lo tanto, aumentarse el número de profesores para las sesiones prácticas o al menos delimitarse con mayor precisión el contenido de las asignaturas, pero nunca quedarse “a medio camino”, desorientando a alumnos y profesores.
               
     Otro problema que debería remediarse es el que afecta a las becas Erasmus, una opción muy provechosa y casi obligatoria para la correcta formación de algunos alumnos, como los estudiantes de idiomas. En primer lugar, debería ponerse freno a los continuos recortes que estas becas sufren: se lleva la palma la recién estrenada “Erasmus Cero”, en la que el alumno ha de hacer frente a todos los gastos. El otro gran obstáculo es la creciente y cambiantes burocracia que parece mutar y que confunde no sólo a estudiantes, sino también a profesores y coordinadores, haciendo de su solicitud un viacrucis con estaciones en ventanillas, oficinas y administraciones.

     Por último, considero que el mayor problema de la universidad española es la apatía imperante entre sus alumnos, quienes en muchas ocasiones carecen de vocación y entienden los estudios universitarios como una obligación desagradable, cuando en realidad deberían de disfrutar de ellos (no olvidemos que ellos mimos eligen los estudios y asignaturas a cursar). Desgraciadamente, no parece haber una solución rápida y sencilla para este último problema, pues se trata de la falta de actitud que afecta a gran parte de la sociedad española y que parece formar parte de su ADN, transmitida, junto al conformismo y la pasividad ante temas fundamentales (ya sean la educación, la situación social o el recorte de otros derechos fundamentales), de generación en generación.

El periodismo moderno ¿En crisis?



            Las nuevas tecnologías han afectado en mayor o menor medida a prácticamente todas las industrias y sectores económicos, que se han visto obligados a reinventarse. Renovarse o morir. El periodismo no iba a ser menos, y con la aparición de internet y dispositivos móviles como Smartphones o tablets los lectores tienen todas las noticias a sólo un clic de distancia y, además, de manera gratuita, incluyendo imágenes a todo color y vídeos que los periódicos no pueden ofrecer en las versiones en papel. Debido a ello, hay quien considera que el periodismo está en crisis (al menos, el periodismo tradicional) puesto que los ingresos de las publicaciones bajan, ya que muchos lectores se han pasado al formato digital (en el que los periódicos también cobran, gracias a la publicidad). 

    Sin embargo, estos ingresos son limitados y los periódicos, la información de calidad (fiable, contrastada y sin errores) tiene un precio elevado. Por ello, se han creado plataformas de pago en las que los lectores tienen acceso a un contenido exclusivo y libre de publicidad pero que aún no tienen demasiado éxito; aquellos que aseguran que el periódico tradicional, (en papel) ha muerto, se precipitan. 

    Personalmente considero que estas plataformas serían una buena solución para las publicaciones, pero que para lograr que despegasen deberían de cancelar sus versiones on-line gratuitas (los lectores seguirán optando por soportar la publicidad si así pueden ahorrarse unos euros). La razón por la que creo que los periódicos on-line llenos de anuncios no son adecuados es que éstos hacen que las publicaciones dependan aún en mayor medida de ingresos publicitarios que provienen de empresas que se convierten, de manera indirecta, en los dueños de la prensa: los periódicos a los que apoyen económicamente publicarán las noticias que les interesen, y los ciudadanos no recibirán una información fiable e independiente.